Era al comienzo de los tiempos, cuando el Hombre empezaba a caminar sobre la Tierra; un mundo salvaje de naturaleza y libertad, belleza y peligro, magia y misterio, amor y violencia... en el cual sobrevivir era toda una aventura... En aquel extenso territorio formado por bosques, arroyos, praderas y montañas, vivían varias tribus, casi aisladas las unas de las otras. La caza era abundante, incluso en la estación fría y el clima era bastante propicio. Al pie de una de aquellas montañas se abría una gran cueva, rodeada de pequeñas chozas. Era el lugar donde habitaba la pequeña tribu del Ciervo de los Bosques. Aquel día, dos jóvenes hermanos, casi unos niños, habían salido a cazar conejos y a explorar el territorio como era su costumbre. De pronto, se ven sorprendidos por un fuerte temblor de tierra que producirá un gran cataclismo a su alrededor. Milagrosamente, resultan ilesos para descubrir que son casi los únicos supervivientes. Todo ha quedado destruido a su alrededor y no hay ni rastro de la gente de su tribu. A partir de entonces, se las tendrán que apañar para sobrevivir... En un magnífico palacio de un reino mitológico de la antigua Grecia vivía una princesa llamada Melia. Su padre, el rey Celsio de Amarecia, gobernaba con mano firme sus dominios. Había enviudado hacía unos años y su principal preocupación era casar a su única hija con el príncipe heredero de un poderoso reino vecino, para forjar una singular alianza que aseguraría la paz. Pero la princesa tenía sus propios sueños, pues estaba secretamente enamorada de Lucio, el joven y valiente guardaespaldas que su padre le había asignado para su custodia. A su vez, era discretamente correspondida por éste, ambos temerosos de que el rey descubriera su romance. Tan sólo Dafne, la doncella personal de la princesa, conocía su secreto y lo guardaba como una tumba, pues ella y Melia eran grandes amigas. Y sucedió que uno de esos días, el rey comunicó a su hija que el príncipe del poderoso reino vecino con el que deseaba aliarse para asegurar la paz, había pedido su mano. La princesa sintió un vuelco de pronto al escuchar tan esperadas y temidas palabras. Ella sabía cuál era su deber, pero su corazón se resistía a aceptar la voluntad de su padre y renunciar a su verdadero amor, aunque no imaginaba las desafortunadas consecuencias que aquello iba a traer...