Sobre el sentido de la vida

¿A qué venimos a este mundo? Es la pregunta que investiga este libro, y para la cual el autor ensaya como respuesta: A vivir una vida que podamos pensar que valió la pena haberla vivido. ¡Ah, muy bien! dirá el lector, pero ¿cómo es una vida así? Aquí el autor nos plantea hacer conciencia de que somos minúsculos, insignificantes, intrascendentes en el Universo, y por otra parte y al mismo tiempo enormemente complejos, únicos e irrepetibles y por tanto invaluables. Procede a continuación a proponernos tener presente nuestra propia pequeñez al visualizar nuestras necesidades y gustos y, por otra parte, la invaluabilidad de nuestros semejantes al aproximarnos a sus necesidades, criterio al que llama "principio de valoración relativa". La combinación de estas dos sencillas ideas, es decir que venimos a este mundo a vivir una vida que podamos evaluar que valió la pena haberla vivido y que para ello debemos tener presente siempre el principio de valoración relativa, tiene insospechadas consecuencias. A través de ellas, el autor nos lleva a concluir cosas como que somos el único juez de sentencia para definir si cumplimos nuestro objetivo en la vida, que el egoísmo que tiene presente al principio de valoración relativa es el mayor humanismo, que individualismo y comunitarismo son dos facetas de la misma cosa, que no existe incompatibilidad infranqueable entre agnosticismo y fé religiosa, así como tampoco entre las éticas de principios y las de fines. Y finalmente concluye: "me parece que vale la pena intentarlo".