No hay gallo que cante el olvido

László, un hombre torturado por la culpa de haber matado a su mejor amigo queda atrapado entre dos dictaduras que se suceden en dos tiempos distintos: la brutal revolución que sufrieron los húngaros en 1956 debido a las feroces políticas impuestas desde la Unión Soviética, y el no menos terrible socialismo del siglo XXI que devastó a Venezuela. Estos escenarios marcan el ambiente de la novela que transita desde el exilio, la violencia, el sentido de pertenencia, la traición y la memoria como única patria posible para los que logran huir, hasta el amor. Hungría y Venezuela, el pasado y el presente, alternan sus acordes de nostalgia y espanto en esta novela que se despliega como una partitura ejecutada por Sandy Juhász con suma maestría y lírica impiedad. Rodrigo Blanco Calderón.