La habilidad de Meg Mackworth para la caligrafía la ha hecho famosa como planificadora de Park Slope, diseñando diarios personalizados para sus clientes de Nueva York. También tiene otra habilidad: interpretar señales que otras personas pasan por alto. Saber que el inminente matrimonio de Reid Sutherland y su refinada prometida estaba condenado al fracaso es una cosa, pero incluir una palabra secreta de advertencia en su programa de bodas es otra. Puede que Meg pensara que nadie se daría cuenta, pero no había contado con Reid, observador agudo y obsesionado con los patrones. Un año después, Reid ha localizado a Meg para descubrir cómo supo que su futuro, minuciosamente planeado, estaba a punto de saltar por los aires. Pero con una fecha límite inminente que cumplir y un caso grave de bloqueo creativo, Meg no tiene tiempo para las preguntas de Reid… a menos que pueda ayudarla a encontrar la inspiración que necesita. A medida que se abren el uno al otro, ambos intentan ignorar una conexión cada vez más profunda entre ellos. Pero las señales están ahí: irresistibles, indiscutibles, instando a Meg a prestar atención a los mensajes que Reid le envía antes de que sea demasiado tarde.
Meg Mackworth’s hand-lettering skill has made her famous as the Planner of Park Slope, designing custom journals for her New York City clientele. She has another skill too: reading signs that other people miss. Knowing the upcoming marriage of Reid Sutherland and his polished fiancée was doomed to fail is one thing, but weaving a secret word of warning into their wedding program is another. Meg may have thought no one would spot it, but she hadn’t counted on sharp-eyed, pattern-obsessed Reid. A year later, Reid has tracked Meg down to find out how she knew that his meticulously planned future was about to implode. But with a looming deadline and a bad case of creative block, Meg doesn’t have time for Reid’s questions—unless he can help her find her missing inspiration. As they gradually open up to each other, both try to ignore a deepening connection between them. But the signs are there—irresistible, indisputable, urging Meg to heed the messages Reid is sending her, before it’s too late.