Se trata de una de ficción histórica, un ensamble de sucesos reales y ficticios recreados y, entrelazados al arbitrio del autor. Una aleación surreal de sueño y vigilia.
Lugares, personajes, acciones e incidentes relatados aquí son el resultado de una mezcla entre la creatividad imaginaria del autor y un real, escalofriante y sensible acontecer del país, que, a su vez, deviene en una amalgama indisoluble de signos, señales y símbolos que persiguen darle pleno sentido y unidad al corpus literario de la novela.
Los hechos ocurridos en Colombia desde los años cuarenta, con la muerte del líder liberal Jorge Eliecer Gaitán, hasta los finales del siglo pasado y principios de éste, época de terror y muerte enmarcada por la narcoviolencia que le tocó vivir al país por los desmanes de los llamados "varones de las drogas", aunados a la guerrilla, la delincuencia común, acontecimientos políticos y los grupos paramilitares, amén de la falta de una verdadera autoridad política para frenar la toma del territorio nacional por las manos de estos narcotraficantes sembradores de terror, son el marco de referencia utilizados por el autor para urdir una trama que, mezclados con la fantasía, parezcan ser reales, creíbles, haciendo a veces difícil la separación la una de la otra.
La obra está llena de anacronismos, ilógicas fechas, a veces incongruentes, de diálogos que jamás se dieron, entre personajes inexistentes, cuyos nombres fueron puestos al gusto del autor; por tanto, cualquier parecido con la realidad son circunstancias coincidentes.
Algunos nombres permiten ser usados sin ser variados, dado que las circunstancias lo permiten. Otros son cambiados utilizando para la obra solo las actuaciones de los personajes y otros pueden ser el resultado de una homonimia. La geografía, lugares, nombre de instituciones, algunos suelen ser inventados, o aparecer variados, acomodándolos a la trama urdida.