El amor es el río que une a todos los seres humanos; es un río caudaloso que algunas veces sigue un curso tranquilo y otras se transforma en un torrente vertiginoso que nos arrastra en su corriente sin que podamos hacer nada para impedirlo. Transcurre frente a los paisajes serenos de una naturaleza eterna e indiferente a nuestros quebrantos; la vida continúa, a pesar de todo lo que nos ocurra, de la nostalgia por la tierra natal, de la ausencia o de la búsqueda incesante del ser querido, el compañero de viaje que alegra nuestro camino o lo vuelve atormentado.La poesía es el vehículo que nos permite expresar nuestros sentimientos, describir las múltiples facetas del amor, invocar imágenes que le permiten al lector compartir nuestras tribulaciones y sentir los latidos de nuestro corazón. A través de estos poemas cargados de sentimientos y de una melancolía que llega a nuestro corazón, tenemos la oportunidad de acompañar a Celeste Alves en su travesía, de reconocer en sus versos lo que hemos vivido en algún momento de nuestras vidas y de rozar su alma.Celeste deja en nosotros una dulce melancolía, la nostalgia y la tristeza que siempre acompaña a los amores pasados, los que no fueron compartidos, los que la distancia afectó y también los que trajeron dicha y felicidad. Cada día, la mente teje incansablemente los sentimientos, los enlaza con esperanzas y los vuelve a deshacer, tal como lo hacía Penélope esperando a que volviera Ulises.En filigrana, entre las líneas de estos poemas, descubrimos a una mujer que siente, sufre y añora todo lo que significa amar, una mujer que merece ser amada. Si le prestamos suficiente atención a nuestros sentidos, hasta podremos intuir su perfume.