Catecismo de la vida religiosa

Antes de comenzar el estudio de la vida religiosa establezcamos sus fundamentos con algunas nociones generales acerca de la vida cristiana. Todos, un día u otro, llegamos a formularnos esta pregunta capital y decisiva: ¿De dónde vengo y adónde voy? ¿Por cuál camino? ¿Quién me creó? ¿Cómo y por qué? La sublime sencillez del catecismo resuelve estas preguntas. Dios es quien me ha creado, quien me hizo a su imagen y semejanza y quien me conserva con su Providencia. Vivo en la tierra para conocerle, amarle y servirle, y para, de este modo, llegar a poseerlo eternamente en el Cielo. ¡Dios, principio y fin de toda criatura! ¡Dios, mi principio y mi fin! He aquí encerrada toda la religión en tan breves palabras. Dios no se contentó con crearnos, ni con señalarnos el fin al que debemos tender, sino que envió a su Verbo para enseñarnos el camino que es preciso seguir para llegar al Cielo. El primero de todos camina El, que es quien echó los cimientos, al decir: "Quien quiera ser mi discípulo, renúnciese a sí mismo, tome su cruz y sígame." (Mat., 16, 24.)